Su cara denota emoción, es imposible ocultarla. Tampoco le interesa disimularla porque es su día. San Albano despidió a un nuevo histórico que formó parte de la vida del club, con sus alegrías y frustraciones. Ignacio Deregibus se retiró en la victoria de la Primera ante Liceo Militar y cerró una trayectoria de más de 10 años como jugador de Plantel Superior.
Comienza una nueva etapa en la vida de Dere, muy lejos del club que siempre tuvo por encima de todo. Viajará a Paris, donde hará un Máster en Administración Pública durante unos dos años y quizá se prolongue su estadía.
Como suele hacerse a cada jugador que marcó a su manera al club, el segunda línea de 30 años tuvo su merecido homenaje. Encabezó la salida a la cancha y atravesó un pasillo humano plagado de aplausos de gratitud. Visiblemente emocionado, Dere suelta sus primeras palabras: “Fue muy emotivo, lleno de sorpresas y con mucho cariño”
¿Esperabas semejante recibimiento?
De alguna manera si, porque participé de otros retiros. Es muy difícil ponerse en el lugar del otro en un momento así. Y ahora me tocó a mi y no me quiero ir (sonríe). Pero hay que aceptarlo, pensar en esta nueva etapa que me toca a nivel personal y en 5 o 6 años estaré de vuelta acá ayudando desde otro lugar.
¿Cómo viviste la semana?
(Suspira) Uf, venía preparándome hace varias semanas. Tuve dos semanas anteriores muy fuertes emotivamente, y en esta última traté de ocuparme de otras cosas para no llegar tan presionado y poder disfrutar.
¿Pudiste?
Muchísimo, es algo que no me lo voy a olvidar nunca. Quizás con un poco de susto por el resultado, pero me llevo el mejor de los recuerdos.
La vida en el club
Momentos de este tipo hace retroceder en el tiempo. 11 años atrás y también un domingo, Dere tuvo su debut en Primera ante Manuel Belgrano: “Estando en Juveniles, me acuerdo también de haber entrado en una copa en Los Matreros contra el SIC en la final, donde un centro me puso un golpe que casi me saca el hombro”.
¿Se pasaron volando estos 10 años?
No tanto, yo tuve mala suerte con algunas lesiones. También tuve la suerte de jugar en algunos seleccionados de Buenos Aires de M20, M23 y Subdesarrollo. En su momento, también me tocó un rol de liderazgo como subcapitán y capitán por momentos. Recibí premios al esfuerzo y mejor jugador. Me faltó el Cap (se ríe).
¿Con qué momento te quedás de tantos años ligado al club?
Primero e indiscutible, el Negro Polleschi. Es un tipo que asumió cuando nadie quería y le dio un lavado de cara al club. Me quedo con todo lo que significa el, todo lo que compartí. Yo era muy cercano a el, casi como un segundo padre para mi. Lo extraño mucho.
También me quedo con Carlos Ostrouch. Ellos dos fueron la mente que llevaron al club al lugar que está hoy: compraron este predio, lo mejoraron, construyeron cuatro canchas, tuvieron una visión a largo plazo. Dejaron su vida por esto, esto es de ellos. Me transmitieron el amor por el club.
Siendo ellos los que te transmitieron el sentido de pertenencia, definime con tus palabras qué es San Albano…
No quiero caer en lo común, pero es gran parte de mi vida, diría un 90 porciento. El diez restante he elegido laburos en base de si podía ir a entrenar a o no, novias que por ahí no me bancaban ser tan ovalado (sonríe). Siempre relegué un montón de viajes por el rugby. Hasta que se dio esta oportunidad que busqué.
El mensaje
Micrófono abierto, que deja un mensaje para escuchar atento y reflexionar:
“Nunca dejen de soñar, eso lo escuché de alguien muy importante de esto. Y yo quiero agregarle que nunca dejen de soñar en grande. Piensen cual es su imposible y que digan “este es mi imposible, esto me quiero proponer y voy a llegar”. Claro que tienen que tener paciencia, en el medio hay un montón de obstáculos que hay que vencer. Claro que hay que tener la mente en grande, seguir apostando porque nadie se imaginaba que íbamos a tener ahora, y lo tenemos. ¿Por qué no llevarlo más adelante y pensar que un día podemos salir campeones o agrandar la familia de San Albano? Lo dejo a cada uno”
